Tercera parte:

Heil respiro hondo, su mirada humedecida viajaba por la habitación, había tanto allí tan suyo, tan familiar, invaluable, rayones en el suelo y las paredes con historias que contar, libros de carátulas gastadas, que dejaban ver el cuero despintado con empastados en pedazos y páginas para siempre perdidas, y un jarrón con una planta esquelética que se secó hace años y la promesa que hizo a su hermano de que la regaría, “sí, una vez cada dos días, ya lo dijiste ”

No la cumplí -murmuró para sí mirando la planta, y luego el sofá de lectura, y los garabatos que tenía en el costado, que había hecho incitado por su hermano mayor una tarde aburrida, y junto al sofá una vitrina atestada de proyectos que nunca pasaron de bocetos y lluvia de ideas, solían compartirlas en la biblioteca cada vez que a alguno se le ocurría algo brillante. La biblioteca; como casi todos los ambientes de aquella casa; no parecía una biblioteca, salvo porque había bastantes libros apilados en la estantería del fondo y en montañas por el suelo, de resto, era más bien un cúmulo de pequeños desórdenes contenidos, de artículos varios, desórdenes que se habían mantenido intactos desde hacía tres años, sumados a desórdenes nuevos; pero todos limpios, las chicas se ocupaban de desempolvar el caos de aquella casa constantemente, bien que igual se veía desordenado, pero era un desorden que albergaba una entrañable calidez. Y es que aquella casa, más que una casa (porque poco se parecía a una) era el albergue de los mudos testigos de aquel tiempo en que él se atrevía a soñar cosas hermosas, en ese entonces en que el mundo aún tenía sentido. Un tiempo que siempre querría, que estaba dispuesto a esperar por siempre, a sabiendas de que jamás iba a volver.

No puedo irme -afirmó finalmente Heil- no quiero, no puedo, no lo haré. Lo lamento, pero… ¡ahg! allá afuera está lleno de gentes que no son… que no son números ¿si? por más que intente e intente, no puedo entenderles, ni concebir los por qués de lo que hacen, son impredecibles, ilógicos, absurdos, destructi-¡COUGH! hig… -se sujeto el abdomen con las manos y se desplomó a un lado perdiendo la conciencia, tras haber recibido un impacto certero de uno de los libros, justo en el plexo solar, al otro lado de la habitación, Lucas, de pie, se sacudía las manos.

Cárgalo y sáquenlo de aquí; fue un buen discurso Eyre -dijo señalándola sonriente

No funcionó .... -respondió ella-

Bueno, ha sido un día complicado para él -agregó-

Lo… ¿¡lo mataste!? -gritaron Aldo y Lilieth mientras sus ojos rápidamente se colmaban de lágrimas-

¿Qué? no, solo lo noquee -aseguro mirándolas algo incómodo porque ahora habían vuelto a llorar- no se murió… -las niñas seguían llorando, apretando los labios intentando contenerse- ...perdón pero es que todo se estaba poniendo muy emotivo.
Bien, yo llevaré a Heil -dijo Eyre cargando al muchacho por sobre su hombro- Jophi activa la segunda barrera, y tu Anne, inicia la secuencia de automático, Narash podrá combatirlos mientras hacemos tiempo para llegar al hangar e inicializar al NK01

Ehm… si… hay un detalle con eso Eyre -comentó Anne-

¿Qué? -preguntó-

Pues… el NK01 está listo para funcionar pero con una condición -continuó Anne-

¿Y cual es? joder el tiempo apremia habla de una vez

Es que Heil y yo estábamos experimentando con el NK01 y Narash para darle el control de la nave, como tiene el de la casa, y pues en su estado actual no podremos pilotearla ni hacerla funcionar correctamente sin la ayuda de Narash, le delegamos muchos protocolos -intervino Nikki-

¿¡QUÉ!? ¡pero sin Narash necesitaremos a alguien que controle las armas de la residencia! sin una ofensiva contra la artillería pesada acabarán con las barreras en un momento.

Si, y se aproximan cuatro tanques más señorita Eyre -se escuchó la voz estéril de Narash- aún están fuera del rango recomendado

¡No ayudas Narash! ¿No hay manera de que inicialices el NK01 nos saquen de aquí, y luego afinen los detalles sobre la marcha? -pregunto Eyre a Nikki-

Podría, pero sería muy arriesgado -aseguró la muchacha-

Y de cualquier forma tenemos que llevarnos a Narash -agregó Aldo-

¿Por qué? -preguntó Eyre-

Su núcleo es un fragmento de Ashvanita, no podemos dejarle aquí, ellos la encontrarían -afirmó Anne, mientras Jophi regresaba a la biblioteca acelerada-

Ya está arriba la segunda barrera -dijo, notando la cara de angustia de Eyre- … ¿que paso?

Para irnos tenemos que sacar a Narash, pero si sacamos a Narash nadie controlará el cañón y no podremos anular los tanques, vienen cuatro tanques cerca y no sabemos cuántos más en camino, y si no anulamos la artillería pesada, las barreras no resistirán mucho, y necesitamos al menos treinta minutos para inicializar al NK01 y zarpar sin ser atacados hasta alcanzar una altura segura. Así que estamos algo jodidos -parafraseo Julie mientras se apretaba ansiosa el cabello-

Ahg todos vamos a morir -dijo Jophi- chicas ha sido un honor ser su hermana

¿Hay manera de disparar ese cañón manualmente? -pregunto Lucas

¿Como? ¿te refieres sin los controles de mando? -continuó Nikki

Sí -contestó el joven- Ya sabes solo mover y woosh y disparar

Pues… sería muy inexacto.. y … mover el cañón requeriría de mucha fuerza -dijo Anne

Bueno pero eso no importa ¿se puede, si o no? -dijo Lucas-

Yo creo que si importa... -continuó la chica-

Que no, conmigo no ¿se puede?

Pues tecnicamente si pero no creo que se logre mucho

Ya está, yo anulare los tanques que se acercan, al próximo grupo le tomará tiempo alcanzar la cercanía suficiente para afectarnos, y con suerte tendremos tiempo para huír mientras. ¿Cómo llego al cañón? -preguntó Lucas-

¡Yo te llevo! -exclamó Lilieth entusiasmada al instante que salía corriendo para mostrarle el camino, seguida de Lucas y Arka el perro-

¡Lil no! -le gritó Eyre mientras se alejaba-

Esta bien Eyre, yo soy la más rápida, tomen a Narash y adelántense -gritó la niña mientras corría una cómoda con ayuda de Lucas, revelando una puertilla en la pared-